La Semana Santa es una de las celebraciones más esperadas por los dominicanos, no solo por su profundo significado religioso, sino también por el dinamismo económico que genera en todo el país. Esta época representa una oportunidad clave para múltiples sectores productivos que ven aumentar su actividad gracias al incremento en el consumo y la movilidad de la población.
El economista Winston Marte ha señalado que durante esta temporada se observa un impulso considerable en diferentes áreas de la economía nacional. Según sus declaraciones, tres efectos fundamentales se hacen evidentes: el aumento del consumo, la movilidad de los ciudadanos y el fortalecimiento del turismo interno y la gastronomía.
Uno de los aspectos más notables de la Semana Santa es el desplazamiento masivo de personas hacia destinos turísticos, familiares y religiosos. Este fenómeno provoca un mayor consumo de combustible y productos de primera necesidad. Marte explicó al medio Hoy Digital que los viajes hacia pueblos y provincias incrementan significativamente el flujo vehicular y, con ello, la venta de combustibles, al tiempo que benefician a los comercios ubicados a lo largo de las principales rutas del país. Tanto pequeñas tiendas como estaciones de servicio se ven favorecidas por este aumento temporal en la demanda.
Además del impacto en la movilidad y el consumo, la Semana Santa revitaliza el sector turístico, especialmente en lo que respecta a hoteles, villas y restaurantes. El turismo interno se activa con fuerza durante estos días, impulsando las reservas de alojamiento en distintas regiones del país. Marte subraya que este crecimiento en la ocupación hotelera tiene un efecto directo en la industria gastronómica, ya que aumenta la demanda de alimentos y bebidas en zonas turísticas clave. Los establecimientos de comida, tanto tradicionales como modernos, experimentan un incremento en ventas al atender tanto a turistas como a locales.
Este periodo también se asocia con la tradición culinaria, como es el caso de las habichuelas con dulce, uno de los platos típicos más emblemáticos de la Semana Santa en la República Dominicana. Estos elementos culturales forman parte del atractivo que fusiona lo espiritual con lo económico, reforzando la identidad nacional mientras dinamizan la economía local.
Marte resume el panorama señalando que la combinación de turismo, tradiciones religiosas y visitas familiares desencadena un consumo elevado de bienes y servicios. Esto, a su vez, genera un impacto directo y positivo sobre la economía dominicana, beneficiando a grandes cadenas hoteleras pero también a pequeños comerciantes, emprendedores y trabajadores informales.
Así, la Semana Santa no solo se consolida como un tiempo de recogimiento y reflexión para los fieles, sino también como una etapa clave de crecimiento económico temporal. La armonía entre fe, tradición y actividad comercial convierte esta festividad en un motor que impulsa a diversos sectores y que refuerza el tejido productivo del país en tan solo unos días.